El Rey del acuario “los Discus” II

El pez que no te pone precio para gozarlo ….

Continuación de “El Rey del Acuario

 

CAPÍTULO 3

 

Ahora sí ya está todo listo, en cuanto vibren ya tengo la pareja, pensaba Juan, todo marcha con facilidad…
Pero de pronto notó que un individuo, uno que casi llegaba al año de edad, se puso muy agresivo, muy territorial y tenía a los otros 7 arrinconados, sin dejar a nadie comer; los lastimaba a todos, pero especialmente a uno en particular.

Qué hago ahora, se preguntó Juan, ya les tiré la comida disuelta, ya les tiré la comida un poco en cada lado, ya los dejé sin comer y nada… ¿Qué tengo que hacer?.

Pasaron tres días y la cosa seguía igual. Juan recurrió sin éxito a internet, a los distintos foros, pero nada… y Roberto que no aparecía.
Bueno yo lo saco a una pecera aparte, se dijo, pero como no tengo voy a tener que comprar una… ya que estoy ,compro el cubo 50 x 50 x 50, y ya me queda para cuando tenga a la pareja .

Así fue que Juan compró el cubo, y con eso, el calefactor, el filtro esponja, un aireador…

– Juan te olvidaste el termómetro – dijo Roberto.

– Cierto, el termómetro.

Esta vez, Juan hizo una nueva instalación en el mueble de la sala con algunas mangueras y demás cosas, cuando terminó, miró todo y se dijo: me gusta, quedó bien.

.

Bueno ya separé al Discus malo, y ahora?

En la pecera comunitaria de 7 Discus todo estaba mejor, pero al más castigado no se lo veía comer, ¿y ahora qué hago?

Preocupado por la interminable sería de problemas, Juan volvió a Internet, dio con foros y más foros, algunos que decían que ya se les iba a pasar, otros proponían probar con praziquantel, otros son hexamitas, y estaban los que diagnosticaban otra bacteriosis. Qué difícil el mundo de los Discus, se dijo Juan.

 

La voz de Roberto el sabio Heckell, volvió a surgir:

-Lo más probable es que al ser tan castigado se haya estresado, y la colonia de parásitos internos haya aumentado con una consecuencia muy temida: Parasitosis.

Sin querer asumirlo, ni saber de qué se trata esta desgracia, Juan dejó todo como estaba unos días más, pero como consecuencia, el pez fue castigado por otros del cardumen y ya no comía; entonces, lo peor: ahora defecaba algo blanco.

Juan, por hacer algo, volvió a recurrir a Internet, hexamitas, helmintos, separe al pez

porque es contagioso, aumente a temperatura, haga esto, haga lo otro, en fin…

La respuesta del sabio no se hizo esperar:

-Si el pez no come, ninguna de esas cosas sirve, lo que hay que hacer es aplicar Metrodinazol en el agua.

¿Qué es eso? -se dijo Juan. A ver si entiendo, saco al agresivo del cubo, lo vuelvo al cardumen y uso esa pecera para separar a este otro que está enfermo, pero… ¿y si el malo ataca o a otro y vuelve a pasar esto?

Roberto se apareció con una de sus acotaciones: andá a comprar otra pecera mas chica, Juan, que el día de mañana te va a servir para separar las crías.

Esa es una buena idea, pensó Juan.

Dicho esto, Juan se dirigió al acuario del Chino Pepe, que por suerte estaba abierto, y compró lo que necesitaba.

– Dame una de 70 x 30 x 40, un calefactor de 75 wats, ah y un aireador, una piedra difusora, y un filtro esponja .

– Juan te olvidaste el termómetro.

– Sí, Roberto, gracias. Chino, también dame un termómetro.

A la salida del Chino, pasaron por la farmacia del doctor Méndez para comprar metrodinazol.

Con todo instalado, Juan y familia ya tenían un verdadero criadero de discus de 3 peceras, ubicadas en un mueble improvisado en la sala. El lugar estaba lleno de mangueras que colgaban y ruido de burbujas y aireadores que no paraba en toda la noche.

La tele ya esta en otro lugar, y la estufa de aceite con rueditas, también ubicada en otro lado; los chicos contentos, Elena, no tanto; para peor, todo esto consumía cada vez más y más electricidad… Pero vamos por la pareja, se dijo Juan, pero todavía no tenemos una pareja…

Para desesperación de Juan, pasan unos días y el tratamiento no da resultados: el pez suelta gusanos pero sigue sin comer. Juan, una vez más, no sabe qué hacer.

Vuelve rápidamente a Internet para llegar a la conclusión de que lo que tiene que hacer es comprar artemia adulta, larvas de mosquito, camarones fantasma, tubi cuby disecado e ihofilizado.
Es mucho, dice Juan, que se alivia al recordar que todavía le queda algo de plata que había separado para las vacaciones, plata que de seguro recuperará con creces a la hora de la venta de las crías. Ahora la pregunta era: ¿Dónde se consigue todo esto? La respuesta: en la feria de Pompeya, los domingos a la mañana.

Resulta que ese domingo, Juan, Elena y los chicos, estaban invitados a comer a la casa de la mamá de Juan, que le había pedido especialmente que fueran temprano, para disfrutar el día; aunque lo que la familia hizo ese domingo bien temprano fue ir a la feria de Pompeya a comprar artemia, larvas, camarones, etc.
Pasamos un rato por la feria, dijo Juan, compramos las cosas y nos vamos a lo de mamá en San Isidro, total en auto es un ratito. Como Elena no quiso bajar del auto, Juan fue solo con los chicos; en la feria, compró todo lo que necesitaba y los chicos no paraban de pedir entusiasmados,un patito, una tortuga, un canario, cotorras australianas; así y todo, cuando se negó a comprarle un gallo al más chiquito, éste se puso a llorar. Santo Dios, pensó Juan.

El lugar se llenaba de gente, los chicos querían comprar cada vez más cosas y el teléfono celular de Juan no paraba de sonar. Elena repetía: nos podemos ir de acá, este es un lugar horrible; vos y yo en casa vamos a hablar…

Para mejorar las cosas, a Juan se le ocurrió comprar un perro y una macetita con unas flores para Elena..

A medida que se acercaba al auto, que había quedado a pleno sol, Juan se imaginaba la sorpresa que se llevaría Elena; espero que le guste, se decía, todo sea por los Discus.

Partieron rumbo a San Isidro con la artemia, la familia, el perro y la plantita que, por lo que Juan podía advertir, no compensaba en Elena el resto de las sorpresas. Para cuando llegaron a la casa de la mamá de Juan, ella ya tenía la comida fría sobre la mesa y los había llamado más de diez veces…

Cuando volvamos a casa y los chicos se duerman, tenemos que hablar, dijo Elena muy seria.

– Bueno, dijo Juan, pero esperemos también que se duerma el perrito…

Una vez en el departamento, mientras Juan se duchaba para sacarse el estrés del día, la figura de Roberto se le apareció y le dijo:

– Cuando un pez, por algún motivo que desconocemos, se vuelve tan territorial y agresivo, lo que hay que hacer es achicarle el espacio, su territorio; hay que poner una reja divisoria y dejarlo así unos días. De esta manera, hacemos que su espacio sea menor y damos lugar al resto del cardumen para que pueda reubicarse y así se genera un nuevo líder; de esta manera el cardumen vuelve a estar en paz.

Juan atinó a preguntar: ¿y el bicho enfermo?

– Todos los discos nacen crecen y mueren con dos tipos de parasitos internos -dijo Roberto- a saber:

1- helminto

2- hexamita

Estos gusanos se alimentan de lo que el pez come, pero no precisamente tiene que matarlos .
Si los peces están fuertes, conviven perfectamente con los gusanos, y así se crea un equilibrio.

Pero cuando un pez se estresa o debilita, estos parásitos aprovechan para reproducirse y de ahí deviene el aumento desmedido de hexamitas que hacen una oclusión intestinal para que el pez no defeque y no pueda expulsar a sus crías; así es como con el aumento de parásitos, estos le ganan la batalla al pez y este acaba por morir.

– Bien, entonces, ¿que hacemos? -dijo Juan.

Hay muchos tratamientos que podemos probar. Metrodinazol
Mebendazol

Praziquantel Drontal plus.

Y otros productos para eliminar estos gusanos, todos estos son para cuando el pez ya no come, y deberíamos agregarlo al agua de la pecera; mi experiencia me indica que en el 90% de los casos no funciona, y si sólo funciona en el 10%, a mí no me parece un tratamiento que sirva.

– Para, Roberto, ¿me querés decir que dependo de la suerte?

En parte diría que sí -dijo Roberto- y en otra se trata de la observación del cardumen, de tratar de anticipar estas cosas; a mí, fundamentalmente, lo que más me gusta es la prevención.

– Me vuelvo loco, Roberto, ¿entonces como prevengo?

– Pasta medicada -dijo Roberto al fin.

– ¿Pasta otra vez?, mi mujer me mata, ya rompí la minipimer…

– Pasta medicada.

PASTA MEDICADA.

Con la misma fórmula de la pasta descripta anteriormente, debemos agregarle el medicamento disuelto y bien mezclado.
La proporción es la siguiente:

Pasta para juveniles y crías:

1 gr. x kg de pasta, y se desparasita 5 días x 10 de descanso x 5 días más x 30 de descanso y 5 días más.

Para adultos:

10 gr. x kg y desparasitamos 4 días x 10 descanso x 5 días. Esto cada 6 meses.

En este proceso de desparasitación, lo que observé es que algunos animales se revolucionan y por unos días quedan alejados y sin apetito, otros inmediatamente eliminan muchos parásitos y empiezan a comer desesperadamente; también empiezan a reproducirse rápidamente, se vuelven tranquilos pero muy animados.

Una vez más, lo vemos a Juan comprando en la farmacia del doctor Méndez una docena de productos .

Ya tiene la pasta medicada, ahora sí.

– ¿Qué pasó con el pez enfermo, Juan? -preguntó Elena.

– Murió, -dijo Juan- suerte que compramos el perro, porque sino los chicos…

TRATAMIENTO PARA PARASITOS INTERNOS EN EL AGUA.

Día 1 Metrodinazol 1 gr. x 100 l. de agua sería lo indicado, pero yo particularmente uso como dosis de ataque 2 gr. x 100 l.
Día 2: 1 gr. x 100 l.
Día 3: cambio de 30% del agua Día 4: 1 gr. x 100 l.

Día 5: cambio del 30%

Día 6: 2 gr. x 100 l.

Día 7: nada.
Día 8: cambio 30%

Día 9: nada.

Día 10: cambio de 30%.

Hay un punto importante en este tratamiento, lograr que el pez coma algo, lo que sea, ya que los gusanos comen la comida del pez, y si el pez no tiene comida se lo comen a él.

Estas son las alternativas alimenticias:

Tubi cuby.

Artemia adulta.
Camarón fantasma.

Larvas de mosquito.
Pulgas de agua.

 

CAPITULO 4

Juan miró el calendario y se dio cuenta de que ya iban 3 meses, y hasta el momento, nada. De pareja ni hablar.

Leyó en un foro que lo que hay que hacer es poner un cono de desove, así que compró uno en lo del Chino Pepe y lo colocó.
Rápidamente, dos de los peces se acercaron al cono y empezaron a limpiarlo, tengo vistos ya tantos videos que soy casi un experto, se dijo Juan.

A las 19 hs de ese día, la hembra empezó a pasar; qué alegría, se dijo, ya está!

Pero había otros peces que luchaban por el cono, y Juan advirtió que uno se comía los huevos que la hembra ponía; no puede ser, pensó: lo saco, lo encierro, lo corro, ¿qué hago?

Volvió al foro y lo mismo: mil cosas, un millón de explicaciones y sugerencias… así que decidió hacer lo que creía mejor….

– ¿Y qué hiciste, Juan? -preguntó Elena.

– Me quedé mirando como se los comían….

La imagen de Roberto, una vez más, se le apareció.

– Esta es una situación muy común entre peces juveniles, Juan, las hembras, cuando llega el momento, ponen huevos sin siquiera haber formado una pareja, es una necesidad fisiológica, y muchos machos aún no están preparados para fecundar, así es que se comen la puesta. También puede haber competencia por el cono; varias hembras con el

mismo comportamiento. Como todavía no sos un criador, Juan, lo mejor que podés hacer es observar, esperar, aprender del lenguaje de los discos, y estar preparado para la próxima puesta que será en 8 a 10 días.

Todo muy lindo, dice Juan, pero todavía no tengo una pareja…

Pasan los días y otra aparente hembra empieza a limpiar el cono, dando todo su despliegue, y un aparente macho se acerca y se ponen como locos; echan a los otros discos y, entre peleas y mas peleas, consiguen alejar a todos y adueñarse del cono… Juan se quedó hasta las diez de la noche mirando en silencio, y a oscuras, su burbujeante criadero, que no era otra cosa que la sala de la casa, y entonces presenció uno de los espectáculos mas lindos de la naturaleza en cautiverio: el ritual de cortejo y limpieza de la superficie a depositar los huevos.

Después de limpiar y limpiar, la hembra, completamente extasiada, comienza a subir con el vientre apoyado en el cono, y el macho empieza a pasar sobre los huevos……

Una hora después, termina este maravilloso ritual de la puesta y fecundación….y Juan queda estupefacto frente a este espectáculo; su mujer, Elena, y sus dos hijos, que estaban escondidos mirando en silencio, también. Juan estaba seguro de que la presencia de todos en la sala no obedecía únicamente al respeto de su familia por su pasión por los Discus, ellos también se fascinaron ante aquel espectáculo inolvidable.

Que feliz me siento, dijo de pronto Juan, creo que lo logré.

Al día siguiente Juan se levantó más temprano que nunca, antes que todos, porque quería ver cómo estaba todo, cómo seguían sus crías, con la triste posibilidad de que, como la puesta estaba en el comunitario, allí no haya quedado nada.

Hermosa sorpresa se llevó al ver que la puesta estaba ahí todavía; encendió la computadora, y miró otra vez en Internet para ver como podría proteger aquello que tanto le había costado conseguir.
Pero no encontró nada.

Así fue que, instintivamente, cortó un individual de plástico de la mesa, un plástico duro que servía como separador. Por desgracia, no tuvo mejor idea que cortarlo con un cuchillo caliente, cuchillo que, al igual que el individual que decía Hogar Dulce Hogar, lamentablemente se arruinó.

Con un corte perfecto, logró separar a la pareja del resto de los peces, ahora era sólo esperar que nazcan y disfrutar de sus 300 alevinos.

Bien Juancito, se dijo, ahora sí vas muy bien.

A las siete de la mañana, Elena y los chicos se levantan y contentos se acercan a Juan a preguntarle:

– ¿Y…?

– Los tuve que separar para proteger la puesta.

– Buena idea, ya sos un experto, ¿con que los separaste…? Mi individual, te voy a matar!

 

CAPITULO 6.

El martes siguiente los huevos siguen ahí y la pareja los cuida y los abanica completamente extasiada, y lo mejor: lo del individual con Elena ya esta arreglado. Más tranquilo, Juan se pregunta: ¿será normal que los huevos sean blancos?

Roberto surge y asiente:

– Sí, Juan, es normal ya que no están fecundados….

– cómo que no están fecundados, ¿es un chiste?

– No, no es un chiste.

Roberto vio la desesperación en el rostro de Juan y prosiguió con la siguiente explicación:

Para que los huevos estén fecundados necesitamos de varios elementos:

El agua tiene que tener un ph de 5,5; 6; 6,5; hasta 6,8, esto no es regla, algunos peces fecundan en 7.
El agua debe tener una conductividad eléctrica de menos de 300 ppm.

Pero como los discos ya son nacidos y criados por generaciones en cautiverio han desarrollado nuevos parámetros de reproducción, se sabe que la naturaleza se abre camino, por lo que no sería nada raro que esto suceda…

En este caso en particular los huevos, no estaban fecundados porque no siempre fecundan; y los motivos pueden ser varios: que el agua no sea la adecuada, que el macho estuviera estresado ante la presencia del comunitario, que se trate de una pareja joven, etc.
En fin… Este es el momento de usar el cubo, Juan.

Vamos a colocar a la pareja en el cubo, con su cono de desove, y los vamos a dejar ahí tranquilos..
Tratemos de mantener un ph bajo y una buena calidad de agua, estas son cosas que van a favorecer a la próxima y exitosa puesta.

Mientras tanto, al comunitario que ahora es de 5, le tocó el sábado de limpieza. Ya experimentado, Juan ahora no cargó baldes sacados de la bañadera, ni los dejó sobre la misma para hacer un goteo que duraba unas 10 horas aproximadamente.

Esta vez se compró 8 metros de manguera de media, y un acople rápido para colocar una canillita en la punta y de esa manera regular el goteo.

Después de limpiar, ya entrada la tarde y con el partido de Argentinos contra Guaraní en la tele que ahora estaba en la cocina, Juan se olvidó el goteo abierto y la pecera se desbordó unos 1000 litros en el criadero, lo que es decir la sala, que es decir el piso del

departamento, algo de lo que Juan se enteró porque el vecino del octavo le dijo: querido, me está goteando el techo.

Juan se disculpó con el vecino, cerró la puerta, y se sintió con ganas de llorar.
“que discus de mier………”

Una vez solucionado este pequeño incidente, Juan corrió la pecera luego de haber secado toda la sala, las patas de los muebles y todo, todo, pero todo lo que estaba mojado, y cuando fue a mirar la pecera lo que vio fue que los 5 Discus estaban en un rincón cerca de la superficie y algunos estaban de costado. Desesperado, Juan se preguntó: ¿y ahora qué pasa?

La fIgura de Roberto Heckell se presentó y, una vez más, le acercó las respuestas:

– Nos encontramos frente a varias cosas, Juan, puede ser que los peces hayan recibido una dosis no tolerable de cloro, lo cual los deja de esa manera, o nadando a la deriva, o simplemente los mata.

Puede ser que haya bajado tanto la temperatura del agua que los haya dejado indefensos.

O que la baja de temperatura les haya disparado una bacteriosis.

Para todos los casos lo que vamos a hacer subir la temperatura y esperar a ver que pasa, observarlos; si se acomodan y salen andando, todo está bien y pasó el peligro, pero si recibieron una sobredosis de cloro, lo mejor es bajar el agua de la pecera a la mitad, aumentar mucho la aireación, ya que esto último evapora el cloro, y poner anticloro en el agua con los peces.

Pero si nada de esto resulta, Juan, estás frente a una bacteriosis.

Para esto aumentamos un poco la temperatura, apagamos a luz, y aplicamos el conocido tratamiento de sulfato de cobre, etc…

– Qué trabajo dan estos lo Discus -dijo Juan.

– Si, es verdad, pero valen la pena -cerró Heckell.

Mientras pasaban los días, las cosas mejoraban, Juan aprendía de las experiencias, y así todo andaba mejor…

La pareja en el cubo estaba tranquila, y otra vez llegó el sábado y con el sábado el cambio de agua semanal, con el agravante de que esta vez Juan tenia compromisos sociales y no iba a poder cambiar el agua. Esta situación lo tenía preocupado, inquieto, y no sabía si esto va a arruinar toda esta semana de tranquilidad.

Llegó el domingo y todo estaba bien, por lo que Juan decide cambiar el agua del comunitario primero, y del cubo después.

Una vez efectuado el cambio del 50% del comunitario, se da cuenta de que se está formando otra pareja. Qué increíble, dice Juan, pero y ahora, ¿dónde los pongo?

– O comprás otro cubo, o usas el de las crías -dijo Roberto.

– Uso la de las crías -dijo Juan.

Así fue que se quedó esperando a ver que pasaba con esta nueva pareja, pero ya no tan ansioso, sino que miraba de tanto en tanto.
En un momento vio y llegó a la conclusión de que sí era una pareja, pero que la puesta la había hecho en el vidrio.

– Uf -dijo Juan- ¿y ahora que hago? Eso me pasa por no comprar dos conos.

Roberto dijo:

– Bueno Juan, ahora ya está, poné el separador y esperá a ver que sucede…

Y Juan así lo hizo.

Como el día se le pasó, no pudo cambiar el agua de la pecera grande porque estaba la puesta, y el agua del cubo tampoco, porque no tuvo tiempo.

Día lunes: todo igual.

Día martes: los del vidrio parece que están fecundados; qué emoción. Día miércoles: la pareja del cubo puso huevos; doble emoción.

Una vez más, la familia de Juan que esta noche no miró la tele sino este hermoso espectáculo, los chicos se durmieron en el sillón junto y encima de sus padres, Elena y Juan se miraron y sonrieron.

El día viernes Juan se preguntó:¿cómo sé si están fecundados?

El sabelotodo de los Discus hizo su aparición:

– Cuando los huevos no están fecundados se ponen blancos, los buenos padres se ocupan de retirarlos para mantener así la salud de los que están bien, puede ser que no los retiren y que los alevitos nazcan entre una mucosidad por los que se pudrieron, esto puede generar deformaciones en las crías, pero mi consejo es que no intentes siquiera retirarlos, Juan, porque los padres abandonan la puesta o simplemente se los comen. De todas maneras, puede pasar que ninguno este fecundado, o puede pasar que todos estén fecundados.

El día sábado descubren que las dos puestas están fecundadas, y así otra vez un nuevo espectáculo: muchos pequeños pegados en el vidrio y en el cono que agitan sus colas sin parar, con padres atentos que ni se mueven frente a sus crías.

– Lo que me llama la atención -dijo Juan- es que los padres no comen, con toda esa comida que está ahí tirada, medio blancuzca, ¿qué hago?

– Estos atentos padres -aclara Roberto- están tan concentrados en sus crías que no van a comer nada o casi nada; así que, con mucho cuidado, hay que sacar los restos para mantener la calidad del agua. Más tarde, se le puede ir agregando comida, pero muy de a poco.

El día lunes Elena no trabajó, se quedó en casa para trabajar desde la computadora; de tanto en tanto miraba las puestas, y vio que ya se estaban soltando, pero también vio que uno de ellos se los comía. Rápidamente, llamó a su marido para contarle esto; Juan, desesperado, se fijo en Internet y vio que era un comportamiento normal, por lo que decidió relajarse, con la seguridad de que, de todas maneras, no podía hacer nada.

Una hora mas tarde, Elena lo volvió a llamar para contarle la novedad de un nuevo descubrimiento:

– Juan, ¿puede ser que los agarren con la boca y los escupan de nuevo? es lo que están haciendo todo el tiempo las dos parejas…

– No tengo idea -dijo Juan en voz baja- termino la reunión y me fijo.

Minutos después, busco en Internet y vio que si que esto también era un comportamiento normal.

Roberto Heckell dijo:

– En este momento, cuando las crías se sueltan y comienzan a nadar a la deriva, los padres las buscan, las absorben con la boca, y las tratan de devolver a su lugar, ahí es cuando las crías lanzadas no se pegan al cono o vidrio pero si al cuerpo de sus padres, descubriendo allí el alimento.

Ahora Juan tenía dos parejas llenas de crías y un nuevo aprendizaje para esta familia de criadores.
Leyendo, se dan cuenta que las crías, al día 4, deberían poder comer artemia recién eclosionada.

Juan se preguntó: ¿y eso qué es?

Juan vuelve a consultar en Internet, investiga, y resuelve comprar la artemia, la sal marina, y diseñar un artemiero. También sumaron objetos al criadero y un poco más de ruido de burbujas. Esta casa ya no es lo que era, pensaron Elena y Juan.

Con todo ese entusiasmo y respeto, empezaron a delimitar los nuevos sectores de la sala.

– No corran acá.

– Hijo, la pelota no.
– Bajá la música.

– Pasá despacio.
– Lleven el perro al lavadero.

Juan y Elena tenían una reunión con amigos, pero la pasaron para el otro fin de semana…

 

CAPITULO 7

Sorpresa en el cubo. » continuara el proximo ……”