El Escalar, el glamour del acuario

EL ESCALAR,

el glamour del acuario

Cuando, hace ya varias décadas, empezaron a verse con cierta frecuencia en los comercios los escalares, muy pocos podían pensar en que aquel elegante pez de pausados movimientos y elevado precio pudiera llegar a convertirse en figura familiar en los acuarios de aficionados a todos los niveles y en tan elevada cantidad de variedades. Sin embargo, un progresivo dominio de las técnicas de reproducción, condicionado por el interés que revestía la especie en concreto (comparable en todo punto al que hoy suscitan los discos), ha permitido que americanos, holandeses, alemanes y criadores del Sudeste asiático pudieran desarrollar infinidad de variaciones en color, forma y longitud de aletas.

Los escalares son, con mucho y después de los guppies, los peces de acuario más populares en todo e mundo.

Escalares velo, con cola de velo, con cola de lira, plateados, dorados, humo, mármol, negros, seminegros, albinos y todas las posibilidades de cruce existentes entre ellos en una infinidad de combinaciones son, hoy, espectáculo frecuente en nuestros acuarios. Razas magníficas, a veces de difícil perpetuación por estar originadas a partir de genes recesivos (1), pueden admirarse con toda normalidad en multitud de acuarios y, sin embargo, ¿Quién piensa hoy en un disco albino o cola de velo, en un disco más barato que algunas razas de guppies?

El escalar (Pterophyllum scalare) fue nombrado por primera vez en 1823 por Lichtenstein, aunque sólo hasta 1840 no adquirió el nombre por el que lo conocemos hoy. En esa fecha fue cuando Heckel definió el género, que denominó Pterophyllum, y que significa aletas en forma de hoja.

Evolutivamente, el género desciende de la misma línea que los Cíchiasoma. Gráficamente y sin ningún tipo de rigor, podemos establecer una línea que comenzando por un Cichiasoma típico como C. meeki pase por C. nigrofasciatum, C. festivum y acabe en los peces del género Pterophyllum. Sobre las relaciones en su hábitat natural de, precisamente, C. festivum con los escalares hablaremos más adelante.

El escalare procede del curso medio y superior del Amazonas. Es un pez que se encuentra en gran abundancia y en cardúmenes de 15 a 20 ejemplares. No suele encontrarse en profundidades mayores de 2 metros y en el centro de los ríos está prácticamente ausente. Sin embargo, gusta de deambular junto a las orillas, disimulándose entre la vegetación. A este fin le son especialmente útiles la forma de su cuerpo y las bandas negras transversales que lo atraviesan y contribuyen a confundir a los peces entre las sombras de los carrizos y demás vegetación sumergida o semisumergida.

Los nativos brasileños lo denominan Pacu Doido, es decir “pez loco”, y a decir verdad los nervios del escalare suelen estar siempre a flor de piel, a pesar de su apariencia.

Aunque suele ser un detalle muy ignorado por los acuaristas, una circunstancia muy interesante de su comportamiento en libertad es su asociación con C. festivum. En cada bandada de escalares suele haber unos pocos festivum que conviven con ellos, favorecidos por la relativa similitud de forma y librea. Se desconoce la ventaja que pueda representar para unos o para todos dicha asociación.

La reproducción suele tener lugar durante la época de las crecidas, es decir, en Enero. La temperatura se mantiene día y noche entre los 28 y 300 C. Una muestra más de la estrecha relación del escalare con las riberas abundantes en vegetación es que el desove se produce sobre una ancha hoja de Echinodorus u otra planta de similares características. Durante la época de reproducción el escalar parece recordar súbitamente que él es, al fin y al cabo, un cíclido y se vuelve profundamente territorial. Una vez se ha formado la pareja, ambos peces defienden las proximidades del lugar que hayan escogido para desovar, de otros peces y especialmente de sus propios compañeros.

Durante el cortejo amoroso, el escalar puede producir sonidos perfectamente audibles para nosotros. Ello lo consigue mediante una rápida frotación de los huesos del cráneo con la primera vértebra de la espina dorsal provocando una especie de golpes sordos. En realidad, el sistema es muy parecido al de los grillos, aunque éstos utilicen las patas para producir sonidos.

El principiante suele pensar que el escalar es un pez difícil de mantener y, por tanto, de conseguir su reproducción. Nada más lejos de la realidad.

Debido a su magnífico aspecto el nuevo acuarista suele escoger a los escalares como uno de sus primeros peces. El comerciante no le pone ninguna dificultad a su elección y comienza a tener alguna baja. Pero esas bajas las tiene igual con otros peces, sean guppies, basureros, mollies o xifos. Puede llegarse a pensar que esos peces son difíciles de mantener. Sin embargo, ello no es cierto. Con un poco de documentación y experiencia aprenderá qué peces pueden tenerse juntos o no, qué condiciones debe reunir su alimentación o el acuario, etc. Desde luego, los escalares son una buena elección para acuaristas no muy experimentados. Lo que sucede es que hay que cuidar su compañía. Si se ponen con guppies, devorarán las frezas de éstos y los ejemplares más pequeños. Si se ponen con peces de mal carácter sufrirán sus embestidas.

Conviene encontrarles en todo momento su punto medio. Compañeros pacíficos, no demasiado vivaces ni demasiado pequeños. Preferiblemente no territoriales.

Los escalares toleran una amplia variedad de tipos de agua, sólo hay que acostumbrarlos a ellos. Dado que la mayoría son peces de criadero no ofrecen especiales dificultades de alimentación y puede alimentárseles con todo tipo de comida seca, viva o congelada. Como en cualquier Otro pez, la variación en la dieta alimenticia produce ejemplares mayores, más sanos y fecundos.

Dada su condición de cíclidos, peces bastante remilgados en sus elecciones amorosas, es aconsejable criar un pequeño grupo de jóvenes. Las parejas se formarán por sí solas.

Una vez bien establecidas dichas parejas, cosa que puede llevar algún tiempo desde que los peces son adultos, pueden separarse en distintos acuarios para no correr riesgos. Los acuarios de cría pueden ser de muy distintos tipos. Desde el frío pero tremendamente práctico del profesional, consistente en un acuario de 30 a 80 litros con un difusor, termostato y filtro, acompañados por una pieza de plástico o una planta artificial de anchas hojas para permitir el desove de los peces, hasta el más cuidado del acuarista aficionado que lo adorna con arena, piedras o utiliza una planta auténtica como sustrato de desove.

Los peces alcanzan la madurez al año de edad si están bien cuidados y alimentados. Cuando llega el momento de separar las parejas en su propio acuario conviene alimentarlos generosamente.

Las diferencias sexuales son difíciles de establecer en esta especie. Desde luego, las distintas formas del tubo ovipositor son determinantes; pero ello ocurre cuando la pareja está a punto de desovar y por tanto no es muy útil. Al parecer, las hembras son más nerviosas, presentan un perfil del vientre más redondeado y una mayor distancia entre las aletas centrales y la anal. Dicho espacio es más corto y curvado en el macho.

Como en todos los cíclidos, el tubo ovipositor es más grande y cilíndrico en la hembra, acabando en punta en el macho.

Dado que es tema de otro artículo en esta misma revista, no vamos a detallar el proceso de reproducción. Únicamente vamos a relatar un método de incubación artificial, usado por criadores de todo el mundo. Una vez se ha producido la puesta, se retira el soporte que contiene los huevos del acuario de cría. Dicho soporte se sitúa en un pequeño recipiente de 5 litros, lleno del agua del acuario donde se produjo la puesta, pero bien limpia, preferiblemente filtrada.

En el se vierte una solución al 5% de azul de metileno, hasta que el agua se torna azul oscuro (no azul claro). La temperatura puede mantenerse alta con un termostato a propósito y, mediante un difusor, se crea una corriente de agua que airea los huevos. Conviene tener cuidado de que las burbujas no toquen directamente dichos huevos.

La luz es totalmente innecesaria e incluso conviene evitar luces demasiado fuertes.

La eclosión se produce a los tres días. En este momento conviene sacudir ligeramente el soporte que contiene los huevos, haciendo que los alevines caigan al suelo del depósito. Se retira, entonces, dicho soporte con las cáscaras vacías que no conviene dejar que se pudran en la misma agua en la que se están desarrollando los alevines. Además se retiran así los huevos malos, recubiertos de una capa blanquecina de hongos.

En cuanto se observe a los alevines nadar de forma un tanto vacilante conviene empezar a alimentarlos y proceder a cambios parciales de agua. Al cabo de una semana de este proceso pueden trasladarse a un acuario de dimensiones más normales (unos 50-80 1.). En él puede utilizarse un filtro mecánico sencillo, consistente en hacer pasar el agua a través de una capa de arena o perlón. Es aconsejable no utilizar arena como fondo en los acuarios de cría y desarrollo de los alevines. Es indudable que, caso de tener dos o más parejas desovando al mismo tiempo, pueden reunirse todos los alevines en un acuario más grande (por ejemplo, de 100 a1.) y criarlos juntos. En ningún caso se debe incubarlos juntos, porque si se pierde una freza corremos el riesgo de que también se estropeen las demás. De ahí la conveniencia de utilizar pequeños recipientes individuales de incubación. Tampoco es aconsejable reunir alevines de distinto tamaño (por tanto, de edades distintas). Esto es así porque los mayores no dejarán alimentarse convenientemente a los más pequeños, que languidecerán lenta mente.

Las distintas variedades de escalare son siempre algo más delicadas que la forma normal (tipo salvaje). Parece ser que, en este aspecto, los negros cola de velo son de los más delicados.

La variedad dorada tiene la curiosidad de que sólo desarrolla el color adulto cuando los peces alcanzan casi el año de edad. Los alevines tienen todos, hasta entonces, una apariencia perfectamente normal. Los albinos son producidos en pequeñas cantidades por la variedad dorada.

Los albinos tienen una característica casi única en el mundo animal. Nacen pigmentados y luego desarrollan la librea albina.

Los otros escalares

Aparte de nuestros familiares Pterophyllum scalare, existen en el mismo género Pterophyllum otras dos especies, muy próximas al escalar corriente, que no por poco conocidas son menos interesantes. Sin embargo, antes de hablar de ellas vamos a comentar un poco la extraordinaria confusión taxonómica que el escalar común ha suscitado y que, hoy, está prácticamente resuelta.

En 1953 L Schultz comunicó que lo que los acuaristas hasta entonces habían considerado una única especie eran en realidad dos: Pterophyllum scalare y Pterophyllum eimekel, distinguiéndose esta última de la anterior por un perfil frontal más abombado y un tamaño menor, aparte de algunas diferencias en la librea.

El mismo Schultz reconsideró su postura en 1 968, indicando que ambas formas eran la misma y ese es el criterio aceptado hoy casi universalmente.

Dado que el estudio se hizo sobre ejemplares difundidos en el comercio eucarístico y supuestamente de tipo salvaje, la postura que toman hoy todos los especialistas es la de afirmar que la confusión que pudo sufrir Schultz era debida a que las generaciones de escalares criados en cautividad podían haber sufrido ciertos cambios en la forma y color, aparte del tamaño.

Actualmente, es un hecho conocido que Pa alimentación, densidad de los tanques de cría y la falta de selección natural modifica la forma y el tamaño de los peces. En muchas piscifactorías tanto de nuestras latitudes como tropicales, ya se trate de ejemplares destinados a los acuarios como a la alimentación humana, pueden comprobarse estos hechos. Y aun más, el recuento de espinas de las aletas que, hoy por hoy, es un método bastante aceptable de diferenciación de especies, puede sufrir modificaciones. Tal es el caso de Hemichromis bimacula tus, que disminuye el número de espinas en sus aletas si es criado a temperaturas algo más bajas que en su medio natural (cosa, por otro lado, bastante frecuente en todas las piscifactorías).

Cichlasoma nigrofasciatum es otro pez que puede ilustrar también adecuadamente este comentario, ya que los ejemplares que se encuentran habitualmente en el comercio son de forma distinta al tipo salvaje, forma que es resultado de una prolongada sucesión de generaciones en cautividad.

Por todo ello, la diferenciación de los escalares corrientes en dos especies se considera actualmente pura quimera o fruto de un error que la experiencia en piscifactorías, en progreso ascendente desde 1950, se ha encargado de aclarar.

El género Pterophyllum abarcan dos especies más, además del P. scalare: P. altum y 1’. dumerilil. La segunda ocupa prácticamente la misma área de dispersión del 1’. scalare: cuencas media y superior del Amazonas.

El dumerillí es, todavía, un pez raro en acuariofilia y al que raramente puede observarse. Su característica distintiva principal es que posee en lugar de la banda central oscura del cuerpo, casi inexistente, una mancha casi inmediatamente debajo de la aleta dorsal. Además, el perfil es más puntiagudo y apuntado hacia abajo que en el escalare normal. Por otro lado, sus dimensiones son muy similares: unos 15 cms. cuando está totalmente desarrollado.

Entre los ejemplares importados hay un gran porcentaje de individuos salvajes con los que hay que tomar bastantes precauciones, sobre todo en lo que a alimentación se refiere. Conviene disponer de abundante alimento vivo e irlos acostumbrando a prescindir de él, por lo menos en bastante proporción.

Como en todas las especies del género son peces muy sensibles a las dosis de comida. Hay que llevar cuidado en no sobrealimentarlos porque son sensibles a trastornos intestinales. Su reproducción no es sencilla, pero tampoco imposible. Las pautas son prácticamente idénticas a las del escalare normal. Una circunstancia a tener en cuenta con todas las especies de Pterophyllum es su nervioso carácter. Ello los hace muy sensibles, por ejemplo, a los transportes (una regla de oro es siempre no alimentarlos nunca el primer día de estancia en nuestros acuarios, aunque el establecimiento donde los hemos comprado esté en la esquina), Hay que evitar movimientos bruscos, encenderles la luz inesperadamente, etc. De lo contrario parecen volverse locos y se arrojan sobre cualquier cosa espantados: los cristales del acuario, piedras, troncos, etc. Pterophyllum aitum es originario de la cuenca superior del Orinoco, donde, al igual que P, scalare, vive en cardúmenes próximo a las riberas llenas de vegetación, en la que se disimula a la mínima señal de peligro.

Por su gran tamaño conviene proporcionarle acuarios muy altos y con una densa vegetación periférica.

Desgraciadamente y debido a su extraordinaria timidez no tenemos noticias de que se haya conseguido algún reportaje gráfico del desove de esta especie. A no dudar, cuando se consiga, intentaremos publicarlo para deleite de todos aquellos amantes de las majestuosas formas de este hermano mayor de nuestros familiares escalares.

Agradecemos a nuestros acuaristas

Enlaces externos

Bressan Luis

Maniacotas

La enciclopedia Virtual de Bolsillo

Maniacotas Geográfica

Enciclopedia Animal –

Indicar la fuente

Deja un comentario